Con tan sólo 18 años fue movilizado para la Guerra Civil (en el Cuerpo de Automovilismo) y las terribles crueldades que presenció entre los años 1936 y 1939 despertaron en él la vocación sanitaria.
La guerra y las terribles crueldades que presenció entre los años 1936 y 1939 despertaron en el doctor Usparicha la vocación sanitaria, a raíz de los casos de heridos que vio en la contienda y los compañeros conductores que acabaron muriendo en accidentes.
Por eso, una vez terminada la guerra se matriculó en la Facultad de Valladolid donde obtuvo la Licenciatura de Medicina, con el grado de sobresaliente, en 1945.
Tras obtener el título, Usparicha realizó prácticas en la Maternidad de Bilbao, la Clínica Deseux de Barcelona y el Hospital de Basurto, centro donde obtuvo una plaza ginecológica por méritos académicos que no llegó a ocupar debido a incompatibilidades con la actividad privada que realizaba, asistiendo partos en domicilios y en la conocida “Clínica del Dr. Valbuena” situada en la calle Manuel Allende de Bilbao.
Tras el fallecimiento de su maestro y benefactor, en 1954 Juan Antonio inauguró la Clínica Ginecológica Usparicha (hoy Clínica Indautxu).
Este centro -pionero a nivel nacional- fue el primero en introducir el parto sin dolor, una práctica que con posterioridad fue adoptado por numerosos ginecólogos.
Otras iniciativas novedosas que llevaron a cabo en la Clínica Usparicha fueron: el seguimiento por parte de un pediatra de todos los recién nacidos y de las parturientas o la práctica de ejercicios de recuperación postparto en la propia clínica.
Tras contemplar durante años como en los accidentes con víctimas se trataba a las mismas sin ningún tipo de criterio sanitario e introduciéndolas de cualquier manera en el primer vehículo dispuesto a trasladarlas, el Dr. Usparicha llegó a la conclusión de que estas conductas poco respetuosas con la vida humana tenían que desaparecer.
Por añadidura, el traslado se efectuaba generalmente al centro sanitario más cercano y no a aquel donde estuviera garantizada la atención inmediata y completa. Y todo esto, a golpe de claxon y de pañuelo blanco.
Una forma de actuar que en numerosas ocasiones causaba incluso mayores lesiones que las que el propio accidente había provocado por lo que era muy habitual recoger heridos, transportar moribundos y entregar cuerpos sin vida.
Todo ello, llevó al Doctor imaginó un servicio de ambulancias que respondiera a lo que él entendía como una correcta atención en caso de accidente. Y como no existía, había que crearlo.
Un sueño que pudo convertirse en realidad gracias al impulso de Juan Antonio Usparicha y cuatro valientes socorristas (surgidos del círculo de amistades y familiares del Doctor: José Luís Boraita Carasa, Juán Antonio Ipiña Ermeche, Martín Fernández Ruiz y José Ignacio Gallego de la Fuente) que no dudaron en utilizar parte de su tiempo libre para ayudar a los demás, para Detenerse Y Auxiliar.