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Cooperación internacional

El Departamento de Cooperación Internacional de la DYA (integrad en el registro del Gabinete de Crisis de las Naciones Unidas) está siempre preparado para actuar en caso de que suceda en cualquier parte del mundo un suceso que ponga en peligro la salud pública o haya causado daños estructurales.

Para ello, todos los miembros de este departamento tienen una formación multidisciplinar: primeros auxilios, rescate acuático y en estructuras colapsadas, derecho internacional…

Conocimiento que ya han sido puestos a prueba en numerosas situaciones:

Desde el primer momento de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y la crisis humanitaria desatada, la DYA se volcó en ayudar de todas las maneras posibles.

Así, el mismo sábado 26 de febrero de 2022 ya salió para Polonia un camión fletado por la Asociación de Ucranianos de Bizkaia que incluía un palé de material sanitario de primera necesidad donado por la Asociación.

Y solo unos días más tarde, la misión de ayuda humanitaria organizada por la DYA salió en dirección a la frontera de Polonia con Ucrania el martes 8 de marzo a las 5:30 am: un convoy compuesto por 5 vehículos y 11 voluntarios de DYA Bizkaia, DYA Cantabria, DYA Extremadura y DYA León.

Cargados con material sanitario y de primera necesidad, llegaron la noche del miércoles a su destino que, tras varias modificaciones, finalmente fue el campo de refugiados Dorohusk, a solo 4 km de la frontera polaco-ucraniana.

Tras descargar, comenzó la fase dos de la misión: dirigirse hacia Varsovia para recoger a refugiados y traerlos hasta sus nuevos hogares de acogida: 14 personas con familias en el País Vasco localizadas gracias a la inestimable ayuda de Katerina, de Ucrania SOS.

Comenzaba así un viaje de vuelta con parada en Stuttgart, donde todos los integrantes de la caravana fueron acogidos por la “Asociación de Padres de Esslingen”.

Y finalmente, el sábado día 12, tras recorrer más de 6.000 kilómetros en solo cinco días, el convoy hizo su llegada a la Central de la DYA en Bilbao donde los refugiados pudieron por fin reunirse con sus familiares a salvo de la locura de la guerra. ¡Misión cumplida!

Efectivos de la DYA con material sanitario dispuesto por Farmamundi formaron parte de tres misiones de ayuda humanitaria destinadas reforzar los dispositivos de atención sanitaria de aquel país tras el paso de tifón Haiyan/Yolanda.

Misión Uno: Puesta en marcha con el apoyo económico del Ayuntamiento de Bilbao que donó 35.000 euros y cofinanciada por las aportaciones de los socios de la propia DYA, esta primera misión estuvo compuesta por siete técnicos de emergencia sanitaria -especializados en apoyo logístico- de la DYA en Bizkaia.

Durante 10 días, este operativo especial realizó tanto labores logísticas (transporte y reparto de agua, alimentos y medicamentos, restablecimiento del tendido eléctrico, desescombro, reconstrucción), como sanitarias (atención médica primaria y urgente).

Misión Dos: Integrados en uno de los contingentes de ayuda internacional que la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID) desplazó a Filipinas, 4 efectivos de la DYA: un médico, una enfermera y dos técnicos de emergencia sanitaria especializados en apoyo logístico).

Su misión consistió principalmente reforzar los servicios del hospital de Tacloban (Leyte), que tenía bastante actividad en neonatos y pediatría, desempeñando funciones de coordinación hospitalaria, traslados secundarios y organizando equipos móviles de asistencia.

Misión Tres: El tercer operativo contó con la financiación de la ONG Farmamundi (25.000 euros) y se llevó a cabo conjuntamente con los miembros de DYA Filipinas: dos técnicos se desplazaron desde Bizkaia con los recursos económicos y materiales necesarios para llevar a cabo la misión y una vez en la zona de intervención se integraron en uno de los grupos de trabajo de DYA Filipinas.

Los objetivos de esta tercera misión de la que se beneficiaron directamente 39.136 personas de las islas de Santa Fé, Isla Bantayan, Cebú y Cadiz City fueron: (1) Fortalecimiento de la asistencia sanitaria primaria y urgente mediante la reposición de una ambulancia para atención extrahospitalaria y el suministro de material sanitario los ambulatorios municipales. (2) Reconstrucción de 30 viviendas unifamiliares y re-electrificación de la zona. (3) Provisión de material y herramienta de desescombro, reconstrucción y rehabilitación.

El sábado 27 de febrero de 2010 (a las 03:34:17 hora local (UTC-3)) tuvo lugar en Chile un terremoto que alcanzó una magnitud de 8,8 MW. El epicentro se ubicó en el Mar Chileno a 47,4 kilómetros de profundidad bajo la corteza terrestre y tuvo una duración de aproximadamente 2 minutos 45 segundos. Tras el mismo, se produjo un fuerte tsunami.

Este terremoto -que causó 521 fallecidos y destruyó cerca de 500.000 viviendas está considerado como el segundo más fuerte en la historia del país y uno de los cinco más fuertes registrados por la humanidad. Se calcula que el seismo chileno fue 31 veces más fuerte y liberó cerca de 178 veces más energía que el devastador terremoto de Haití ocurrido el mes anterior.

Para ayudar en la atención a los heridos, la DYA envió dos médicos y varias enfermeras en un grupo coordinado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Su misión era la de prestar labores sanitarias en la zona de Concepción.

El 12 de enero de 2010, a las 16:53 h. local, Puerto Príncipe, capital de Haití, sufrió el peor terremoto registrado en la zona desde 1770. La magnitud del seísmo alcanzó los 7,0 grados, sufriendo réplicas de más de 5,0 grados en los días posteriores. Los efectos fueron devastadores. Las primeras estimaciones ya hablaban de 200.000 muertos y 250.000 personas heridas.

En los 17 días posteriores al terremoto, dos equipos sanitarios de DYA desplazados a la zona estuvieron realizando tareas de asistencia sanitaria. El primer convoy, compuesto por 3 médicos, 3 enfermeras y un logista, partió de la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) el jueves 14 de enero.

Allí, en Puerto Príncipe, les aguardaba otro médico de DYA movilizado por la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo), que junto a otros miembros de esta institución y del SAMUR habían llegado un día antes para observar la zona y realizar una valoración de la situación. Las primeras horas fueron muy duras. El material sanitario no llegó hasta un par de días después, no había agua, las comunicaciones telefónicas eran prácticamente imposibles, el aeropuerto se abría sólo unas horas al día debido al colapso de aviones... El caos era absoluto en todos los sentidos, pero poco a poco pudo ponerse en marcha parte de uno de los hospitales de la ciudad.

El primer equipo sanitario fue relevado por un segundo convoy de voluntarios de DYA el viernes 22 de enero. Este segundo contingente estaba compuesto por 3 médicos, 4 DUEs y un técnico en logística. El segundo equipo pudo comprobar el importante cambio conseguido por sus predecesores en el Hospital de la Paz, después de que organizaran las distintas unidades asistenciales y se habilitaran parte de las estancias para devolverlo a la actividad habitual.

También pudo comprobar que, a medida que pasaban los días, las patologías que se atendían eran más normalizadas, tras una primera fase en la que las intervenciones de tipo traumatológico fueron las más habituales. Cabe señalar el extraordinario trabajo que se hizo en la unidad de pediatría, en la cual estuvieron implicadas todas las enfermeras de DYA desplazadas a Haití. Tras una semana de trabajo sin descanso, el segundo grupo llegó a casa el sábado 30 de enero.

La DYA envió el 20 de agosto del 2007 un dispositivo de 7 personas a Peru (dos de ellas del Grupo Especial). El dispositivo desplegado incluyó un hospital de Campaña y material Logístico. Se atendió a miles de personas.

El 3 de diciembre de 2006, la DYA recibió la solicitud de la Agencia Española de Cooperación Internacional para acudir como operativo de ayuda humanitaria de emergencia hasta la provincia de Albay (Filipinas), concretamente a la ciudad de Legazpi y Guinobatan.

El motivo de la asistencia humanitaria era la atención de múltiples víctimas y refugiados tras el paso del tifón Durian (fuerza V) y el deslave posterior del volcán Mayón, que dejó sin hogar y sepultadas bajo la ceniza a miles de personas.

La misión DYA constó de 2 médicos (1 cirujano y 1 anestesista) y 3 técnicos-logistas, además de 1 técnico en tratamiento de aguas de SETA. El operativo estuvo coordinado por la responsable del área de emergencias de AECI.

Durante la misión, que duró hasta el día 19 de diciembre, se instaló el Hospital de Campaña de DYA en la ciudad de Guinobatan, y se atendió a más de 600 personas.

Entre las asistencias destacaron las enfermedades por ingesta de aguas en malas condiciones, los problemas respiratorios, además de lesiones traumatólógicas e infecciosas. Se realizaron un total de 19 intervenciones quirúrgicas bajo anestesia general en el Hospital de campaña y 7 traslados en ambulancia hasta los hospitales de la zona, 3 de ellos asistidos por personal de la DYA.

La colaboración con las autoridades sanitarias locales fue excelente, expresado en el agradecimiento del Gobernador de la Provinicia de Albay dio a la AECI y a DYA en el acto de donación del material sanitario fungible y de la planta potabilizadora de agua al final de la misión.

El 27 de mayo de 2006, un terremoto de gran intensidad sacudió el área centro sur de la isla de Java afectando a grandes ciudades como Yogjarkarta y Klaten así como grandes áreas de los distritos y subdistritos de Banjul y Wedi.

Fuimos requeridos por la AECI el martes día 30 y un equipo de DYA compuesto por 6 personas (2 médicos, 1 enfermera, 2 técnicos en emergencias y 1 logista) se desplazaron allí para atender víctimas.

El contingente se instaló en la población de Pasung, provincia de Klaten, a 40 km de Yogyakarta.

En torno a las 14 horas del día 3 llegamos al lugar previsto por las autoridades para el despliegue. Allí acude la población de la zona para recibir todo tipo de ayuda. Se ha instalado una escuela en tiendas de campaña.

Como complicaciones de la misión destacan el terrible calor (45ºC) y humedad (95%) que hemos sufrido; tres importantes réplicas del terremoto y la proximidad del volcán Merapi que entró en erupción el día 9 arrojando gran cantidad de lava y gases.

Tras 10 días de servicio ininterrumpido, la misión DYA junto al resto de instituciones y el personal de AECI inició el regreso a España llegando a Madrid el día 14.

La misión española atendió a 912 pacientes. Se realizaron 20 intervenciones bajo anestesia general, destacando la estabilización por agujas de una fractura-luxación de tobillo.

El lunes, 10 de octubre, se movilizó un equipo sanitario formado por 2 médicos, 2 enfermeras y 6 técnicos con 2 hospitales de campaña completos y el despliegue logísitico necesario para dar autonomía a la misión durante 15 días.

También formaron parte del contingente 9 miembros del SUMMA-112, 3 miembros del SEM de Barcelona, 9 bomberos con perros de rescate y 11 miembros del SAMUR-PC del Ayuntamiento de Madrid, además de un coordinador y responsable de expedición de AECI.

El dispositivo instaló los Puestos Médicos Avanzados en la base militar de la ciudad de Arja, situada al sur de Cachemira, ya que esta localidad se encontraba próxima a tres valles que aún no habían recibido ningún tipo de ayuda.

Desde Islamabad parte del equipo se desplazó en autobús, para lo que necesitó 19 horas de viaje para cubrir algo más de 150 km, debido al mal estado de las carreteras y la necesidad de un relevo en la escolta militar que acompañaba al convoy.

El 22 de octubre este primer equipo es reemplazado por otra unidad que continuó la labor humanitaria en la zona hasta el 2 de noviembre.

En total, se realizaron más de 3.000 atenciones, 19 intervenciones quirúrgicas con anestesia general, 45 traslados en ambulancia, 3 traslados en helicóptero...

Los ojos del terremoto - Redactado por MIKEL AYESTARAN (El Diario Vasco)

Espera. Las familias viven en tiendas de campaña ante sus hogares destrozados. Muerte. Jalil Shaninaki ingresó con vida en urgencias tras permanecer trece días bajo los escombros. Falleció días después a causa de un infarto. Polvo. Las colas de gente con mascarilla eran habituales ante el hospital de campaña. Heridas. Los trabajos de desescombro han provocado numerosos heridos. El pasado día 8 un hombre que respondía al nombre de Jalil Shaninaki, de 57 años de edad, fue ingresado en el área de Urgencias del hospital Jomeini de Bam. Se encontraba en un estado de inanición y deshidratación extrema y, según los que le transportaban en camilla, había sido rescatado de entre los escombros después de trece días sepultado. Los médicos españoles que en esos momentos estaban de guardia no podían creérselo y trataban de buscar explicaciones lógicas. Trece días sin agua ni comida son demasiados. Los medios de comunicación locales sí se lo creían: «Un milagro de Alá». El hombre fue enviado al hospital ucraniano donde días después falleció por un infarto. Fin del milagro.

Esta supervivencia prodigiosa fue la que reveló al mundo que Bam seguía existiendo dos semanas después del terremoto. El día de Reyes caducó el visado de los últimos periodistas en la zona y desde entonces pocas han sido las noticias desde este rincón del sudeste iraní. Sólo las visitas relámpago de políticos como Ana Palacio o Javier Solana y el llamamiento conjunto de la ONU y la Federación Internacional de Cruz Roja y Media Luna Roja consiguieron trascender en los medios occidentales. El Gobierno iraní controla la zona con mano de hierro y sólo los periodistas más afines a los ayatolás tienen libre acceso a la zona.

Juan Bartolomé ha sido el responsable de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) en Bam. Este burgalés de 67 años y con amplia experiencia en misiones humanitarias tenía claro su objetivo desde el primer día. «Había que estar en el cogollo, allí donde más falta hace. ¿Qué mejor que convertirnos en el servicio de urgencias del hospital?». Dicho y hecho. Con un equipo sanitario inicial de diez miembros, esta misión de la AECI, en colaboración con DYA, Sercam- Summa 112 y Bomberos de la Generalitat de Catalunya, plantó su PMA (Puesto Médico Avanzado) sobre las ruinas del antiguo hospital Jomeini y atendió a más de 2.000 supervivientes durante los quince días que duró su misión.

Quince duras jornadas. Turnos de 24 horas. Comida de lata. Durmiendo todos juntos en un hotel de campaña . Con la tierra retorciéndose aún bajo sus pies y sorprendiendo con frecuentes réplicas. Durante el día, calor y sudores bajo el plástico del PMA. Frío por la noche. Olor a descomposición al atardecer, cuando se levantaba un poco de viento. Y sobre todo, dolor. El dolor e impotencia de atender dramas humanos. Cada paciente tenía detrás la muerte de familiares y amigos. La psicología y las palabras de cariño resultaron, sobre todo los últimos días, la mejor medicina para los supervivientes. Y el equipo sanitario español terminó siendo algo más que un hospital. Ellos eran el grupo de «los españoles que hablan farsi». Apodo ganado a pulso por sus intentos de comunicarse con la gente en la lengua local. Y también por el grado de implicación de los intérpretes, que acabaron siendo auténticos psicólogos. Ayuda sanitaria, sí, pero con una humanidad que caló muy dentro de los damnificados.

Un cementerio

Bam es ahora un enorme campamento asentado sobre escombros. Piedras, tierra y polvo que esconden aún miles de cadáveres. Entre los montículos, tiendas de campaña de la Media Luna Roja. Cada vez menos, ya que el plan del Gobierno para empezar la reconstrucción es sacar a todos los vecinos del núcleo urbano y concentrarlos en campos. El hospital Jomeini está en ruinas. Sólo el edificio del laboratorio permanece en pie. La Escuela de Enfermería que se levantaba al lado tampoco aguantó el temblor del 26 de diciembre. A las 5,26 de la mañana se vino abajo acabando con la vida de ochenta enfermeras.

«Cuando llegamos esto no era más que un aparcamiento improvisado para la Policía y estaba todo lleno de escombros. Sin tomar casi ni las medidas de las tiendas para ver si entraban, a ojo, optamos por quedarnos aquí y plantamos dos. Una sería la consulta y la otra nuestro hotel en Bam. Más adelante instalamos también un almacén y una nueva tienda para consultas que es la que hoy mismo sigue operativa. Había que empezar a trabajar cuanto antes», recuerda Juan Bartolomé. El comienzo no fue fácil. Tras un largo viaje en un Hércules de las Fuerzas Armadas, hubo que buscar el emplazamiento del campamento, descargar el material, montar las tiendas Todos haciendo de todo sin prestar atención a los galones o a los uniformes de las entidades que les habían enviado. Un equipo.

Médicos, enfermeros, técnicos e intérpretes fueron los responsables del área de Urgencias. Aunque el lenguaje de la medicina es internacional, el farsi era una barrera para poder hacer diagnósticos y recomendar tratamientos. El inglés tampoco está muy extendido en la región. Así que el trabajo de los intérpretes era fundamental. La AECI contó con cuatro iraníes que hablaban un perfecto español. El shock para estos civiles fue mayor, si es posible, que para los españoles allí presentes. Entendían a los pacientes, comprendían su dolor y la información les llegaba sin filtros. Los primeros días tras un desastre de este tipo lo más común son las diarreas, deshidrataciones, el cuidado de las heridas que en un primer momento se trataron con rapidez y no cicatrizan bien Con el paso de las jornadas cada vez se tratan más todalgias, según los expertos. Cuando la gente es consciente del desastre, le empieza a doler todo. La oreja, la garganta, el dedo del pie y, sobre todo, el alma.

Frente a la muerte

Este dolor se ve en los ojos. Son unas miradas perdidas, vagas, que no tienen nada en qué fijarse porque han visto frente a frente a la muerte, ¿qué visión puede ser más impactante?

Los intérpretes traducen entonces los dramas a los doctores. «Este señor dice que si tiene usted una inyección. Ha perdido a su mujer y a sus tres hijas y no quiere seguir viviendo. ¿puede usted darle una inyección y matarle?» «Es la vecina, su madre murió y su padre está ingresado en un hospital de Teherán. Dice que la niña no habla desde el día del terremoto. Llora y llora. No dice una palabra». «Al señor le duele la cabeza y se mea en la cama como cuando era niño». «No come nada y le dan frecuentes ataques de nervios». «Esta niña quiere que le escriban una carta porque quiere libertad. Su madre murió en el terremoto y sus tres hermanos no le dejan ahora salir de la tienda de campaña donde viven si no es con ellos. No puede ir ni a hacer la compra y no aguanta más esta situación. Ayuda, por favor». ¿Qué medicina hay para estos males? ¿Qué centro de urgencias está preparado para esta avalancha de tragedias?

España ha destinado hasta el momento cuatro millones de dólares para ayuda humanitaria. Con ese dinero se ha cubierto la llamada fase de emergencia. Bam se encuentra inmersa ahora en la fase de rehabilitación y reconstrucción, y la ayuda prevista por parte de las instituciones españolas asciende a 20 millones de dólares. Esta cantidad, según reveló la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, será un donativo por medio de créditos FAD (Fondos de Ayuda al Desarrollo) y no se hará efectiva hasta que el Gobierno iraní concrete en qué la va a invertir.

En la zona de urgencias donde trabajaron DYA, Summa 112 y Bomberos de la Generalitat de Catalunya queda ahora uno de los dos puestos médicos avanzados. Se trata de una gran tienda nueva de 38 metros cuadrados. Los deseos del coordinador de la AECI en la zona, Juan Bartolomé, sobre el destino de la ayuda son claros, «durante más de dos semanas hemos trabajado sin descanso y nos hemos hecho un hueco en el corazón de esta gente. Me gustaría que el Ejecutivo iraní pensase en esos veinte millones de dólares como cantidad para reconstruir el hospital Jomeini y la Escuela de Enfermería. Sería una forma efectiva de unir para siempre a los dos países». Oxígeno. Los niños sufren deshidratación e irritaciones de garganta por culpa del polvo que tragan. Esta madre sujeta una mascarilla de oxígeno a su pequeño en el puesto médico avanzado. Vida. Mahdi Rahmatabadi nació el día 12 de enero y pesó tres kilogramos. Alegría en medio del drama.